Si bien todavía se encuentra dando sus últimos coletazos, el fin de la pandemia está a la vuelta de la esquina, y, con ella, los proyectos empresariales que se quedaron en stand by debido a la crisis económica que trajo consigo. Si estás pensando en adentrarte en el apasionante mundo de los negocios, o mejorar aquellos aspectos que imposibilitan el crecimiento del tuyo, quizá te resulte beneficioso dominar algunos conceptos claves para cualquier emprendedor que se precie.
Dentro de estos últimos, encontramos el flujo de caja, por ejemplo. Aunque no se trata de un término foráneo para quienes dominamos el sector económico y bancario, lo cierto es que muchos profesionales continúan ignorando a día de hoy datos tan importantes como qué es el flujo de caja, de qué manera se optimiza o cómo puede ayudar una entidad bancaria a su gestión y, por consiguiente, a ellos mismos. Por ello, a continuación damos respuesta a estas y otras preguntas de interés relacionadas con el flujo de caja:
Qué es el flujo de caja
Probablemente, el término anglosajón cash flow te sea más familiar que su traducción al castellano, “flujo de caja”. Sin embargo, no existe diferencia alguna entre ambos conceptos. Hace referencia al balance que se establece entre el dinero entrante en una determinada compañía y la cantidad que abandona esta última. Es decir, se trata de un indicador financiero capaz de evaluar la fortaleza de un proyecto empresarial.
Aunque un importante número de empresarios lo calcula de forma anual, es posible ejecutar dicha acción semanal o mensualmente. La decisión final depende del volumen de la compañía, así como de la necesidad del contable por esclarecer si el flujo de caja económico y financiero es positivo o negativo. En caso de que sea positivo, la empresa en cuestión puede presumir de haber ingresado mayor cantidad de dinero que la que ha desembolsado, mientras que ejercicios de flujo de caja negativos determinan lo contrario.
Las actividades que fuerzan la entrada y salida de liquidez pueden ser de varios tipos en función de los motivos que hay detrás de dichos movimientos y de las personas o instituciones a las que va dirigido ese dinero. De modo que podemos dividir las citadas actividades en tres clases: operativas, de inversiones y financieras.
Actividades operativas
Dentro de este tipo, incluimos operaciones estrechamente vinculadas al ejercicio de las labores de la compañía, tales como el pago a proveedores y el abono de los impuestos correspondientes. También tienen cabida las facturas realizadas a los clientes, entre otros datos.
Actividades de inversiones
Consideramos que estamos ante una inversión cuando una empresa se hace con una serie de adquisiciones con el fin de mejorar su flujo de caja a largo plazo. No obstante, esta acción no solo trae consigo grandes desembolsos de dinero, pues es frecuente que una compañía se deshaga de posesiones que se han quedado anticuadas para intentar rebajar el coste final mediante su venta.
Actividades financieras
Por último, las actividades financieras hacen referencia a la cantidad que se ha cedido en forma de préstamo, lo cual es una deuda, y al pago de dividendos a los accionistas, por ejemplo.
Cómo gestionar el flujo de caja económico y financiero
Para saber gestionarlo, en primer lugar has de saber cómo calcular el flujo de caja. Esta operación se lleva a cabo mediante una sencilla fórmula. Concretamente, debes sumar los beneficios netos, las amortizaciones, las provisiones y las cuentas por pagar, y, acto seguido, restarle las cuentas por cobrar a este resultado. O lo que es lo mismo: Flujo de caja = Beneficios netos + Amortizaciones + Provisiones + Cuentas por pagar – Cuentas por cobrar.
Si deseas que la respuesta sea positiva, te recomendamos adoptar un comportamiento racional a la hora de adquirir productos de los proveedores, por ejemplo. Nadie mejor que tú es conocedor de qué existencias reciben mayor feedback por parte de los clientes. El éxito reside en ignorar cualquier suposición poco realista y confiar en las experiencias del pasado. Hazte con una cantidad alta de los artículos más demandados y reduce considerablemente el número de los productos menos vendidos.
De igual manera, te aconsejamos contratar servicios en función de su utilidad. Muchas empresas son poseedoras de grandes flotas de vehículos, los cuales apenas se ponen en funcionamiento debido a diversos motivos. Ante este tipo de situaciones, la mejor opción es deshacerte de ellos y apostar por el alquiler temporal de aquellos automóviles que la compañía precise durante un determinado período.
Ganarte la confianza de tus proveedores también te ayudará a conseguir flexibilidad en el aplazamiento de los pagos de tus deudas. Así como evitar que tus clientes puedan hacer frente a las facturas con hasta tres meses de retraso. Hay que incentivarlos a través de descuentos que sirvan de agradecimiento por haber abonado el importe correspondiente de forma anticipada, así como penalizar con intereses a aquellos que no respeten el tiempo de plazo. Pero ojo, ¡debes hacerlo con cautela!
Cómo puede ayudar tu banco a su gestión
Una de las soluciones más viables ante un posible flujo de caja económico y financiero negativo es disponer de una línea de crédito o préstamo bancario. Su durabilidad puede ser corta y su principal finalidad es aliviar un problema económico momentáneo. Este último aspecto es cuando menos relevante, ya que carece de sentido comprometerse a afrontar una deuda si se sabe que no va a ser factible.
Por otro lado, también existe la posibilidad de sumarse a la moda del crowdfunding. Tanto el de crédito como el de capital, dos de sus tipos, se encuentran regulados por la legislación española. Sus tres intervinientes son los emprendedores, los patrocinadores y una plataforma que ejerce de intermediaria. Sin olvidar el papel del Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), los supervisores.
Como ves, comenzar o relanzar un proyecto empresarial no es fácil, pero cuenta con múltiples vías de ayuda. Una de ellas es el aprendizaje. Gracias a este último, cualquiera puede sacarle partido a su negocio mediante una gestión más correcta de su flujo de caja.